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Él es considerado uno de los jefes de la llamada Oficina, facción de sicarios establecida por Pablo Escobar y que hoy continúa siendo un factor de violencia vinculado al narcotráfico y a otras actividades ilegales.

González, quien cumple una condena de 17 años, al igual que otros 37 reclusos del Establecimiento Penitenciario y Carcelario La Paz, de Itagüí, forma parte del programa Trazos de Libertad.

“Yo el único derecho que perdí fue el de la libre locomoción, no el de expresión y pensamiento”, dijo Julián González Vásquez, conocido como ‘Barney’ o ‘Bebesaurio’.

LA LIBERTAD DE CREAR ENTRE REJAS Y MUROS

Guillermo Ossa / EL TIEMPO

El programa busca que los reclusos asistan a talleres artísticos en pintura y escultura para que expresen con creatividad sus emociones en medio de La Paz, una cárcel que tiene por lo menos 1.066 presos en un espacio para albergar a solo 328.

​El proyecto nació hace cinco años con la idea del dragoneante Rojas de mostrar una cara diferente de las personas encarceladas. Al comenzar, hubo recelo. Aun así, 20 personas llegaron a la primera charla donde les contó sobre las intenciones. A la siguiente sesión solo asistieron cuatro de ellos.

Faber Ramírez Álzate es otro de los internos que mediante el arte le apuesta a un nuevo comienzo. Su trabajo es una escultura que trata de mostrar cómo la sociedad mira a quienes están en prisión, al punto de catalogarlos como basura.

Ramírez elaboró su obra con productos que fueron desechados: tubos, cartón y papel de periódicos, para darle la forma de un caballo que representa para él la vida. 


 

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